¿Y si Jesús mismo nos recordara, o explicara cómo fue su nacimiento? ¿A qué vino, cómo vino, para quién vino? Estos días proliferan los cuentos de Navidad, más o menos imaginativos... pero, ¿y si simplemente le diéramos voz, toda la voz a Jesús?


Yo he venido al mundo
para que el mundo tenga Vida.
Me he hospedado en vuestra casa
para que viváis siempre en mi presencia.
He dormido a vuestra vera
para que soñéis un mundo mejor.

Me he hecho uno de tantos
para que todos valgan lo mismo.
He escogido nacer en pesebre
porque a Dios no se le encierra en el templo.

He querido hacerme, ante todo, hombre
y llorar y reír
y vivir con vosotros.
Y así, cuando lloréis
sabréis que no estáis solos,
que yo lloré primero
para que vuestras lágrimas tengan sentido.

Y cuando riáis
sabed que yo estoy con vosotros,
que nuestra risa es la mía
y vuestra alegría, mi gloria.
Así vuestra alegría será mi felicidad
y vuestra alegría mi felicidad.

Y si tú
quieres de verdad seguirme
búscame pobre entre los pobres,
llorando donde hay dolor,
sufriendo con el que sufre,
compartiendo la rabia del oprimido
y riendo donde la alegría es sincera.

Mira que estoy a tu puerta y llamo.
Si tú me abres tu corazón y tu vida
cenaremos y cantaremos juntos
hasta el último amanecer.