San Ignacio nos propone, en sus Ejercicios Espirituales, la siguiente contemplación. Lo más importante es meterse en la escena, totalmente, "como si presente me hallara":


"Imaginando a Cristo Nuestro Señor
delante y puesto en cruz, hacer un coloquio:
cómo de Creador ha venido a hacerse hombre
y de vida eterna, a muerte corporal,
y así murió por mis pecados.

Otro tanto mirándome a mí mismo preguntarme
qué he hecho por Cristo,
qué hago por Cristo,
qué debo hacer por Cristo,

y viéndole así, colgado en la cruz,
pensar en lo que se sugiera."

(San Ignacio de Loyola)