Hay veces en que siento mi vida como algo rutinario. Día tras día y año tras año parece que vivo una y otra vez lo mismo. El verano y las vacaciones quedan lejos, pero ya estoy esperando que regresen. Apenas he arrancado el nuevo año ya estoy cansado de nuevo mis ocupaciones de siempre, mis compromisos o mis nuevos propósitos. A veces se me hace muy cuesta arriba volver a empezar y meterme de lleno en el día a día. Dios por su parte también tiene su propia rutina: amar sin descanso. Para él no existen vacaciones, ni inicio de curso, ni estaciones... Una única ocupación llena las 24 horas de su día, los 365 días del año. Amarnos a cada uno de nosotros.

Como el Padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi amor. Mi mandamiento es éste: Amaos los unos a los otros, como yo os he amado. (Jn 15, 9.13)


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