Seguramente muchas veces hemos oído hablar sobre el grano de mostaza, algo muy pequeño que se convierte en algo muy grande. Y lo hemos asemejado a cómo el Reino de Dios es algo muy pequeño pero cuando se va descubriendo y encarnando, se torna en algo inmenso.
Pues bien, hoy, nos detenemos a rezar con espíritu renovado la mostaza.


El reinado de Dios se parece a una semilla de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es más pequeña que las demás semillas; pero, cuando crece es más alta que otras hortalizas; se hace un árbol, vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas. (Mt. 13, 31-32).