"Fratelli tutti” eran las palabras que escribía San Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos. En Asís y desde la pobreza y la sencillez, proponía a los suyos vivir bajo el sabor del Evangelio. Hacer un hogar distinto para los hombres, donde el amor se extienda a toda geografía y a todo tiempo. 

Todos hermanos alumbra una fraternidad abierta que permita reconocer, valorar y amar a cada persona. Más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habitemos, todos somos hermanos. 





Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está y camina en las tinieblas. Quien no ama a su hermano, a quien  ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. (1Jn. 2, 10-11).