Dios creador es la primera imagen que utiliza la Biblia para contarnos quien es Dios. Probablemente es también uno de los primeros relatos que aprendimos sobre Dios siendo niños. Y es que, casi sin darnos cuenta, en ese relato podemos encontrar el sentido de lo que somos. Encontramos a un Dios que es origen de todo lo que existe, y cuya única motivación es amar. Conocer un Dios así, que me ha creado desde la más absoluta gratuidad, a nadie puede dejar indiferente. El origen de mi ser está en ese amor primero de Dios que desde siempre ha conocido mi nombre y que ha puesto delante de mí toda su creación para que disfrute y participe de ella.

¡Aleluya!
¡Alabad al Señor desde los cielos, alabadlo en las alturas!
¡Alabadlo, todos sus ángeles, alabadlo todos sus ejércitos!
¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes!
¡Alabadlo, cielos altísimos, y aguas que estáis sobre los cielos!
Que todos alaben el nombre del Señor,
porque él lo ordenó y fueron creados,
él los sometió para siempre jamás a una ley inalterable
¡Alabad al Señor desde la tierra,
monstruos marinos y todos los océanos,
fuego, granizo, nieve y nubes,
viento impetuoso que ejecuta sus órdenes,
montañas y todas las colinas,
árboles frutales, cedros todos,
bestias salvajes y todos los ganados,
reptiles y pájaros que vuelan,
reyes del mundo y pueblos todos,
príncipes y todos los jefes de la tierra,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños!
¡Alaben todos el nombre del Señor,
Porque sólo su nombre es sublime,
su majestad se alza sobre los cielos y la tierra!
Él ha hecho fuerte a su pueblo.
Él es el orgullo de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo entrañable. ¡Aleluya!
(Salmo 148)




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