En estos días de carnaval nuestras calles se llenan de brujas, princesas, presidiarios, gángsteres e infinidad de imitadores de personajes famosos o televisivos. Disfraces para niños y adultos. Unos llenos de imaginación y que provocan la sonrisa y otros llamativos únicamente por su mal gusto. Pero todos ellos tienen algo en común: detrás de ellos hay una persona. Y si algo hace el disfraz es intentar que por unas horas quienes le ven sólo se fijen en el personaje y no en la persona.
Pero los disfraces no son los únicos capaces de ocultar detrás de sí a las personas. Muchas veces es el lenguaje que usamos el que se encarga de ocultar la realidad. Así por ejemplo desde unos años a esta parte palabras como crisis, recesión, prima de riesgo, deuda, impagados, burbuja inmobiliaria o cifras de parados han intentando analizar la realidad en que vivimos. Y sin embargo en muchos casos lo único que han conseguido es enmascarar detrás de ellas la realidad de muchas personas y sus problemas. Sus dificultades para poder desarrollar sus aspiraciones, tener un techo bajo el que vivir o para comer todos los días sin necesidad de la ayuda de una ONG. Buscamos soluciones a sus problemas en función del lenguaje que hemos construido, pero muchas veces sin preocuparnos de las personas y de su realidad concreta. Sin tener en cuenta qué pasa con cada una de esas personas.
También nuestra oración tiene a veces estos peligros. Podemos convertir nuestra oración en algo lleno de palabras ilusionantes como Reino de Dios, perdón o caridad y sin embargo olvidarnos de que esas palabras deben tener una concreción tangible en los que nos rodean. Para Jesús palabra y acción iban íntimamente unidas. Siempre rodeado de personas a las que perdonar, curar, hablar de Dios, dar una palabra de aliento. Su anuncio del Reino no eran palabras bonitas y vacías para alegrar el oído. Eran gestos concretos con los necesitados, los leprosos, los paralíticos, los marginados.
Quizá en estos días de carnaval puedas tomarte un tiempo para reflexionar si tu oración te ayuda a quitar las máscaras que te ocultan las personas o si por el contrario es una máscara más que pones ante la realidad. Puedes pedirle al Señor que te ayude a descubrir cómo se puede concretar tu fe y lo que sientes en tu oración. Y puedes empezar a preparte para vivir la Cuaresma, un tiempo de conversión interior para despojarte de todo aquello que te impide ver la realidad como realmente es. Desde este blog te intentaremos ayudar a ello con algunas oraciones y reflexiones que empezaremos el Miércoles de Ceniza.
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