Seguimos nuestro recorrido por el mundo mirando al continente asiático. Un continente inmenso en extensión y en población ya que aquí vive el 60% de la población mundial. Así que con el miedo de simplificar la realidad de este continente, aquí os proponemos una oración para fijarnos en esas personas.

Te proponemos que pares tu mirada en algunas de las realidades más dolorosas que sufren algunos países asiáticos. Pidiendo a Dios que nuestro corazón no se endurezca hasta el extremo de cosificar a otros seres humanos. De hacer de ellos algo tan ajeno a nuestra vida que no nos importe su destino, sus condiciones de vida o su forma de pensar o de creer. Que a pesar de la lejanía, nuestro corazón se siga conmoviendo cada vez que un ser humano deja de ser tratado como tal y no seamos meros espectadores de la realidad.

“A un anciano no lo trates con dureza, antes exhórtalo como a un padre; a los jóvenes como a hermanos, a las ancianas como a madres, a las jóvenes como a hermanas, con toda delicadeza” (1 Tim 5, 1-2)