Nos encontramos a pocos días de recordar la entrada de Jesús en Jerusalén. Allí, en aquella última Pascua de Jesús, la ciudad congregaba diferentes sensibilidades, diferentes maneras de situarse ante lo que pasaría unas semanas después. En esta oración podremos contemplar la ciudad, sus personajes, y lo que pudo pasar en ella aquellos días. Quizás nos ayude a centrarnos en estos últimos días de Cuaresma y a ayudar al corazón a enfocarse en la Pascua.



Cielo y tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Poned atención, que no se os embote la mente con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Velad en todo momento. (Lc. 21, 33-36).