Gracias Dios, porque en esta Navidad, tan distinta, hay muchas razones para dar las gracias. Gracias por la rutina, que nos ayuda a tenerte muy presente y ser fuertes. Gracias por José y María, -la gente más cercana con la que vivimos esta incertidumbre-. Gracias por los pastores, que nos recuerdan que los demás son importantes para nosotros y nos enseñan a alegrarnos de corazón por la vida de los demás; y gracias porque Tu mensaje nos llega con mucha más fuerza en estas Navidad, porque nace de los más pequeños y se hace lo más grande.
José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia de David–, a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron. El ángel les dijo: —No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores. (Lc. 2,4-12.16-18).
Acompañamos la canción "Yendo contigo" de Migueli.
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