Me paro en un adviento en el que el todo el planeta está esperando, sin saber muy bien el qué. Una espera desde la tristeza, desde el cansancio, desde la añoranza del cariño y la cercanía con los nuestros. En este pequeño espacio contigo, me invitas a ver detrás de lo desconocido, de lo oscuro, de las incertidumbres, a tu hijo dispuesto a hacerse pequeño para habitar entre nosotros. Y me llamas a compartir la buena noticia.







«En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Los discípulos le dijeron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?». Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos contestaron: «Siete y algunos peces». Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos. (Mateo (15,29-37).



Acompañamos la canción "Hágase" de Ain Karem.





HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA, 
HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU SUEÑO, 
HÁGASE EN MÍ SEGÚN TÚ QUIERAS,
HÁGASE EN MÍ TU AMOR. 

En la luz o en la tiniebla, 
en el gozo o el dolor, 
en certezas o entre dudas, 
¡HÁGASE!, SEÑOR.

En la riqueza o la nada,
en la guerra o en la paz,
en la fiesta o en el duelo,
¡HÁGASE!, SEÑOR.

Envuelta en miedo o sosiego,
en silencio o con tu Voz,
en risas o entre sollozos,
¡HÁGASE!, SEÑOR.

En la muerte o en la vida,
en salud o enfermedad,
frágil o fortalecida.
¡HÁGASE!, SEÑOR