Tú Señor, te haces presente en mi prójimo, sin importar la raza, lengua, religión o lugar de procedencia, todos somos criaturas tuyas y estás deseoso de vernos en pie, en movimiento, con una vida digna, en algunas ocasiones nos “empujarás” a emprender un viaje hacia una vida más plena para uno y su familia, no sin miedos e incertidumbre pero confiando en un comienzo digno, encontrando hospitalidad y sencillez allí donde me lleves, esperanzado como esas aves al levantar el vuelo hacia un lugar cálido, donde pueda encontrarme con buenos samaritanos.
¿Y quién es mi prójimo? Jesús le dijo: Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo. Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido, y al verlo, se sintió conmovido. Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él. Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios al posadero y le dijo: Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta. Pues bien, ¿cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El maestro de la ley contestó: El que tuvo compasión de él. Y Jesus le replicó: Pues vete y haz tú lo mismo. (Lc. 10,30-37).
Acompañamos la canción "Los incontables" de Ain Karem.
Los "incontables"
No cuentan las mujeres ni los niños,
no cuentan quienes vagan marginados,
no cuenta quien es pobre o está enfermo,
no cuenta quien está crucificado.
No cuentan quienes no tienen trabajo,
ni tampoco quien sufre una adicción
o quien habla otro idioma en tierra extraña,
no cuenta quien es de otro color.
MAS… PARA TI
SON QUIENES CUENTAN,
SON QUIENES CANTAN LA GLORIA DE DIOS,
SON TU ROSTRO, SEÑOR CRUCIFICADO,
SON TU ROSTRO, SEÑOR RESUCITADO (2)
ERES TÚ.
Ni los niños soldados tienen nombre,
ni las niñas que están esclavizadas
no existen quienes hoy mueren de hambre,
y se ignora a quienes sufren soledad.
No contaron las mujeres ni los niños
y hoy siguen sin contar los más pequeños.
Que haga mío el dolor de mis hermanos
y comparta, en justicia, el pan con ellos.
MAS… PARA TI
SON QUIENES CUENTAN,
SON QUIENES CANTAN LA GLORIA DE DIOS,
SON TU ROSTRO, SEÑOR CRUCIFICADO,
SON TU ROSTRO, SEÑOR RESUCITADO (2)
ERES TÚ.
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