Hoy vengo ante ti Señor porque necesito un espacio en medio de mis rutinas para, sin prisa, abrir mi corazón y mis sentidos a ti. Mi ritmo acelerado y la sucesión de tareas, obligaciones y compromisos me hacen a menudo sordo y ciego a tu presencia, impidiéndote participar de mi vida. Anhelo que Tú Señor formes parte, desde el amanecer hasta que me acuesto, de las situaciones que voy viviendo en casa o en el trabajo. Anhelo que Tú seas mi guía y mi luz todos los días.

En la oración espero la relación personal y cercana con Dios, pero cada día puedo también buscar su presencia en la realidad, en las personas con las que comparte mi tiempo, y en todas sus obras. Hacer presente a Dios en medio de mis actividades, con un cambio en mi mirada, me ayudará a descubrir las pequeñas cosas en las que Dios se deja ver. Desde que me despierto puedo alegrarme de tener un nuevo día para vivirlo junto a Él, y me puedo sentir acompañado en los momentos cotidianos.

“Tu rostro, Señor, es lo que busco” (Sal 26 7-8).


Descargar Oración: Orar desde lo cotidiano