Hay dos formas básicas de vivir: sometido a las cosas materiales, o por encimma de ellas.
- El primer modo es el más común, es la "opción por defecto" que te ofrece la sociedad, aunque de una forma sutil y atractiva. Consiste en buscar seguridades a través de la posesión de cosas, muchas cosas... tantas que llega un momento en que te olvidas incluso de quién eres tú realmente. Ni te valoras como hijo de Dios, ni valoras a los demás como tales; sino que los conviertes (inconscientemente) en cosas también.
- Pero hay otra forma, la que vivió Jesús plenamente: consiste en poner tu seguridad en Dios, no en las cosas. Y a partir de ahí todo lo material cobra mucho menos valor, y, sin embargo, todo lo humano cobra mucha más importancia; aprendes a ver y disfrutar de lo mejor de todo ser humano, y a potenciar lo mejor de tí mismo. Descubres que las verdaderas riquezas no están fuera sino dentro de tí mismo y de cada otro.
Después de Jesús, muchos hombres y mujeres se han atrevido a vivir así (digo bien, "atrevido") desposeídamente, generosamente, libremente; sabiendo que su mayor riqueza era desarrollar lo que Dios había puesto dentro de ellos, para los demás. Incluso aunque fueran tomados por locos. Algunos nombres de estos valientes son Francisco y Clara de Asís, Teresa de Jesús, Teresa de Calcuta, Francisco de Borja, Zaqueo, Ignacio de Loyola... y una larga lista de personas anómimas que sólo están inscritas en los corazones de quienes fueron ayudados por ellos.
Es la diferencia entre "vivir poseyendo" y "vivir de prestado", como dice la cantante inglesa Dido. Unas alumnas mías han hecho con su canción este fantástico vídeo. Que lo disfrutes y te haga pensar ¿dónde pongo yo mis seguridades?
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