Algunas personas que no han podido tener una experiencia de intimidad con el Dios-Amigo tienen miedo a que, por abrir la puerta a Dios dejen de ser ellos mismos. Muchos jóvenes piensan esto, como si Dios fuera un "ladrón de identidades", alguien que quisiera anularles en su individualidad y restarles personalidad.
Nada más lejos de la realidad. Dios, que nos creó (pequeño-gran detalle que se nos olvida) precisamente nos quiere desarrollados y con nuestras capacidades individuales plenamente realizadas, si no, no se hubiera molestado en hacernos... tan complicados, je, je. Esta actitud de miedo a desarrollarse plenamente me recuerda a las crías de la tortuga verde,las de esos documentales angustiosos en los que un montón de crías salen de sus huevos, en la arena de la playa, y se dirigen hacia el mar de forma instintiva. A algunas les fallan las fuerzas y no llegan, y a otras les falla el instinto y se pierden en la dirección equivocada, el caso es que ambos grupos mueren a los pocos minutos de nacer, porque no consiguen zambullirse en el mar que las libera, las alimenta y las protege. De sedientas y exhaustas que están no consiguen ordenar su "brújula interior" y encontrar el mar. Sólo un 20% de ellas consigue alcanzarlo y salvarse.
Una amiga y seguidora de este blog, Emma -poeta entre otras muchas cosas- nos ha enviado esta preciosa oración que describe muy bien cómo es la relación interior con Dios, cómo somos más nosotros mismos cuanto "más Dios" le dejemos ser a Dios (cuanto más espacio le dejemos en nuestro corazón y en nuestra vida). Se puede decir más alto pero no se puede decir más hermosamente:
Soy como soy
porque así me has creado,
soy cuanto soy
porque es tu voluntad,
yo nada soy
si no estás en mi barro
y si algo soy
lo debo a tu bondad. (...)
Por ser quien soy
te has hecho Dios humano,
por tu amor soy
dueño de tu verdad,
así cual soy
me llamas a tu lado
y lo que soy
será en Ti eternidad.
(Emma-Margarita R. A.-Valdés)
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