Porque no sólo nos han ayudado a crecer los maestros y profesores que tuvimos en el colegio. También habrá habido en nuestra vida catequistas, formadores, educadores, amigos... que nos han ido ayudando a entender el mundo y el sentido de nuestra vida. Que nos habrán ayudado a salir de baches. Y sobre todo que nos han llevado de la mano en nuestro crecer en la fe.
Hoy te proponemos que dediques un tiempo a dar gracias por todos aquellos "maestros" que has tenido en tu vida y a pedir por las muchas personas que desde su vocación de formadores han optado por ser guías para otros. Maestros en la vida y en la fe.
Queremos pedir también por todas aquellas personas, especialmente niños, que no tienen acceso a la educación básica. A los que nadie enseñará a leer o escribir. Y también por aquellos que nunca oirán hablar de Dios y de su amor por no tener a alguien a su lado a alguien que les hable de El.
También puedes hacer consciente todos aquellas situaciones en las tú también eres maestro para otros con tu palabra o con tu forma de actuar. En las que tú también muestras a otros cómo es Dios.
Si eres profesor, te ofrecemos una oración que te puede ayudar en este tiempo de inicio de curso. Y si no lo eres, te puede ayudar a pedir por aquello que ellos necesitan.
Dame divino Maestro, un amor sincero por mis alumnos
y un profundo respeto por los dones particulares de cada uno.
Ayúdame a ser un profesor fiel y dedicado,
con mis ojos puestos en el bien de aquellos a quienes sirvo.
Que imparta el conocimiento humildemente,
que escuche con atención, que colabore de buena gana,
y busque el bien último de aquellos a los que enseño.
Que esté presto a comprender, lento a condenar, ávido de animar y de perdonar.
Mientras enseño ideas y entreno en habilidades,
que mi vida y mi integridad abran sus mentes y sus corazones a la verdad.
Que mi cálido interés por cada uno les enseñe el sabor de la vida y la pasión por aprender.
Dame la fuerza para admitir mis limitaciones,
el coraje para empezar cada día con esperanza,
y la paciencia y el humor que necesito para seguir enseñando.
Acepto a cada alumno venido de tus manos.
Creo que cada uno de ellos es una persona de valor exclusivo,
aunque ellos mismo no se vean así.
Sé que tengo la oportunidad de dar a muchos jóvenes luz y esperanza,
un sentido de misión y entrega.
Sé que Tú confías en mí y que estás conmigo.
Te pido tu bendición al comienzo de un nuevo día.
Te pido que me bendigas a mí y a mis alumnos, sus sueños y esperanzas.
Que aprendamos de la sabiduría del pasado.
Que aprendamos de la vida, y los unos de los otros.
Que yo aprenda de tu guía, por encima de todo,
y de las vidas de aquellos que te conocen bien.
Este es el verdadero aprendizaje:
conocer cómo debemos vivir nuestra vida,
conocer cómo somos nosotros mismos,
y escuchar tu voz en cada palabra que aprendamos.
Joe Mannath
1 Comentarios
Me ha encantado la reflexión y me ha hecho pensar en mis maestros y educadores que han contribuido a ser lo que soy.Gracias. (Carlos Alonso desde Facebook)
ResponderEliminarGracias por dejarnos aquí tus comentarios
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