Hoy en día está muy mal visto tener defectos, ser débil, sentirse vulnerable, no cumplir las medidas de un determinado patrón de belleza o de comportamiento... O sea, que todo el mundo está en realidad muy mal visto ;-) porque nadie es perfecto. Pero aunque esto lo sabemos racionalmente, en el fondo seguimos viviendo como si no quisiéramos aceptar la imperfección, la limitación y la vulnerabilidad en nuestras vidas.
En época de San Ignacio no era muy distinto, quizá estaban menos obsesionados por la imagen física, pero sin embargo estaban más obsesionados por el "honor". Bien, pues lo interesante en la vida de Ignacio ("Iñigo" antes de su conversión) comenzó precisamente cuando empezó a resquebrajársele todo eso de la imagen y el honor...
Él era un importante noble y militar de la época, y en la batalla de Pamplona le hirieron casi de muerte. Cuando Iñigo llegó a su casa de Loyola, había fracasado en la vida en todos los frentes (militar, amor, reputación, etc.). Se le cerraban todas las puertas... Y sorprendentemente, fue en esa oscuridad cuando empezó a vislumbrar algo nuevo. Y es que, aun en los momentos más sombríos hay Alguien dispuesto a encontrarnos.
Fue precisamente cuando dejó de buscarse a sí mismo en todo lo que hacía, cuando pudo empezar a descubrir al Dios que le buscaba en todo lo que le rodeaba. Dios fue ganando, poco a poco, la batalla más difícil, la de conquistar el corazón testarudo de Íñigo... Y perdiendo así Iñigo esta batalla interior fue como, curiosamente, conquistó la victoria definitiva de su propia vida; encontró el sentido y la alegría de su existencia, que ya no sería ya otra que la de amar y servir a Dios en todas sus criaturas (los demás) e invitar a éstas a acercarse más a Dios.
Quizá la clave de Ignacio sea, precisamente, que es sólo cuando él "bajó la guardia", cuando ya no luchó más la batalla infinita y agotadora de tener que quedar bien con todo el mundo, de vivir a la defensiva, y de vivir para prevalecer él; sólo entonces pudo el bueno de Dios abrirse algún camino en su corazón, y retomar para sí todas las cualidades maravillosas que había puesto en ese joven guipuzcoano y que estaban siendo utilizadas en la dirección equivocada. La vulnerabilidad es muchas veces la única puerta que Dios tiene para volver a conquistarnos. ¿Por qué tenemos tanto miedo a ser vulnerables, si es precisamente cuando somos más auténticamente nosotros mismos?
Conocer las propias limitaciones es un acto de sabiduría. Pero si además aceptamos esas limitaciones y le preguntamos a Dios qué puede hacer Él con ellas, eso es un acto de valentía profunda. Sólo así podrá Quien nos creó y nos soñó desde siempre volver a seducirnos y a conquistarnos. Podrá llevarnos a una "tierra prometida" que tiene reservada para cada uno de nosotros... ¿Te atreves tú a descubrirla, es decir, a re-descubrirte?
La mejor descripción de este proceso, de esta "reconquista interior" quizá sea la letra de la famosa canción de Amaral "Cómo hablar". Te invitamos a que la releas desde esta perspectiva, ¡verás cómo todo cobra un nuevo significado!
Y un vídeo con la letra aquí.
Posted by JDL
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