Hablar de la familia es algo delicado, porque afecta a experiencias muy personales y profundas de la persona. La experiencia de familia que hayamos tenido va a influirnos en nuestra manera de ser y de estar en el mundo.

La realidad es que hoy en día hay diversidad de familias y de valores que sustentan las distintas formas de familia. Hay quienes tienen una experiencia muy gratificante y constructiva de familia, pero también hay quienes han experimentado la dificultad extrema, el dolor, y aun la ruptura. La propuesta de la Iglesia, nos aporta una sabiduría milenaria en relación a la familia cristiana y ha dado lugar no sólo a una doctrina, sino sobre todo a una sabiduría familiar que llega a nuestros días a través de matrimonios cristianos que han vivido con Dios en el centro y en el origen de su compromiso, intentando ser felices haciendo felices a los demás, dando amor, tiempo, com
prensión, escucha, valores, solidaridad, fe, esperanza…

Esta sabiduría puede ser considerada como un tesoro para todos, creyentes y no creyentes. En este rato de oración reconozcamos nuestra fragilidad y al mismo tiempo apreciamos la grandeza del don recibido con la familia.

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creo. Y los bendijo Dios y les dijo: -Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra. (Gn 1, 27-28)

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