Gracias a estos sacramentos quiero contemplar los inicios de mi fe, los signos que me fueron introduciendo poco a poco en la manera de ser cristiano y que transformaron mi existencia en una vida nueva.
Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo. (Mt. 28, 19-20).
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