Todos los laicos participamos, de una y otra forma, en espacios donde relacionamos lo personal con lo familiar, el trabajo, la política, la economía, y la cultura. Son ámbitos en los que todos estamos implicados y en los que como cristianos inmersos en el mundo podemos aportar y dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino. Es en esos ámbitos donde no son mis discursos o palabras, sino mis gestos, acciones, y actitudes, los que dan sal a la vida y al mundo al estilo que Tú mi Dios propones.

"Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad” 
 (Jn. 17, 19).