Muchos no creyentes -y algunos creyentes también- identifican la Iglesia con su jerarquía, con las estructuras y con los religiosos y religiosas. Otros pueden (o podemos) vivir la Iglesia como algo estático, aquella institución a la que pertenecemos por estar bautizados pero que no aporta mucho más a nuestra fe que un nombre que nos identifica. En esta oración queremos animarte a pensar y rezar en la Iglesia como algo que te pertenece. Una comunidad viva y cambiante en la que como laico tienes mucho que aportar. Una comunidad que está abierta al mundo y que por tanto necesita de los laicos como actores privilegiados para construir una Iglesia cercana a la realidad y que dé respuesta a sus necesidades y anhelos. 

Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra (Hch. 1, 8).