Hoy, ante la realidad del mundo, Dios nos pide ser capaces de seguir transmitiendo su mensaje de paz y solidaridad, no desde las palabras sino desde nuestras obras...
…en la familia…
…en la educación…
…en los medios de comunicación…

Para ello, necesitamos una conversión del corazón, que va acompañada de una mirada de misericordia sobre la humanidad, sobre nuestros hermanos, sobre toda la familia humana, especialmente sobre los más pobres y castigados.



“Un samaritano que iba de camino llegó adonde estaba, lo vio y se compadeció”
Lc  10, 33