Jesús en numerosas ocasiones se reunió alrededor de una mesa con sus amigos, discípulos, pecadores, pobres, publicanos,… y compartió pan y vino. Su actitud no fue nada selectiva ni restringida, estuvo abierto a todo tipo de gentes. Jesús supo buscar en ese espacio, un tiempo de intimidad y cercanía que no se daba en los caminos, las plazas o el monte, porque compartir mesa es poner vida en común. Con esta actitud, nos encontramos con Dios en esta oración rezando con nuestras mesas compartidas, nuestro "ser pan" partido y compartido.
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