En este momento de oración quiero acercarme a ti, buen Padre, ayudándome de la figura de Pedro Arrupe. Un hombre de fe que fue reaccionando ante lo que la vida le iba presentando. Cada vez que se encontraba ante una realidad que le incomodaba: por triste, por injusta, por difícil, su respuesta inmediata era: ¡hay que hacer algo! 

Sin embargo, no se trata de una reacción impetuosa. En los momentos de duda, de oscuridad, siempre pide luz a Dios; para después, entregarse en cuerpo y alma a la tarea. “Tenemos en mente llevar a cabo grandes planes, incluso en las cosas de Dios, ser Santos, hacer grandes obras”.



Invocación a Jesús como modelo

Que yo pueda sentir con tus sentimientos,
los sentimientos de tu Corazón
con que amabas al Padre y a los hombres.
Jamás nadie ha tenido mayor caridad que Tú,
que diste la vida por tus amigos,
culminando con tu muerte en cruz
el total abatimiento de tu encarnación.
Quiero imitarte
en esa interna y suprema disposición
y también en tu vida de cada día,
actuando, en lo posible, como Tú procediste.
P. Arrupe