En este día del Migrante me dispongo a tener este rato de oración con el deseo de salir de mí, para acercar mi corazón a las realidades que viven mis hermanos migrantes. Me puede ayudar a comenzar la oración la meditación de la lectura de Génesis 4, 9-10.

Adán, ¿dónde estás?”: es la primera pregunta que Dios dirige al hombre después del pecado. “¿Dónde estás, Adán?”. Y Adán es un hombre desorientado que ha perdido su puesto en la creación porque piensa que será poderoso, que podrá dominar todo, que será Dios. Y la armonía se rompe, el hombre se equivoca, y esto se repite también en la relación con el otro, que no es ya un hermano al que amar, sino simplemente alguien que molesta en mi vida, en mi bienestar. Y Dios hace la segunda pregunta: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”.  El sueño de ser poderoso, de ser grande como Dios, en definitiva de ser Dios, lleva a una cadena de errores que es cadena de muerte, ¡lleva a derramar la sangre del hermano!” (Papa Francisco, Lampedusa, 2013).


Acompañamos la canción "Es mi hermano" de Brotes de Olivo. Amén (1994)



Mi hermano no puede morir, mi hermano no puede morir.
Mi hermano no puede morir, ¡no puede!, no puede morir,
es mi hermano, ¡es mi hermano!

Si está enfermo no puede morir, tras rejas no puede morir,
hambriento no puede morir, si es niño no puede morir,
si es joven no puede morir, si anciano no puede morir,
¡es mi hermano!

La tierra no puede morir, el mundo no puede morir,
el cosmos no puede morir, no puede, no puede morir,
¡es mi hermano! ¡es mi hermano!

Si es árbol no puede morir, si es fiera no puede morir,
si es roca no puede morir, si es cielo no puede morir,
si es mar no puede morir, la vida no puede morir,
¡es mi hermano!