Iniciamos el tiempo de cuaresma con la señal de cruz marcada en la frente. Una señal que me recuerda mi fragilidad y debilidad; que me hace consciente de mis límites. Desde la fragilidad, la debilidad, y los límites, se abre un camino para el encuentro con Dios. Pido al Señor descubrir cómo va marcando mi vida. Cómo mi fragilidad, debilidad y límites son superados con el perdón sin condiciones.
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