Todos en la vida hemos sufrido situaciones que nos han producido heridas. Unas veces externas y fácilmente reconocibles, otras internas y ocultas a primera vista.  En este momento me pongo en presencia de Dios, sintiéndome frágil, vulnerable y expuesto. Pido al Señor luz para aceptar mis heridas y gracia para saber reconocer en ellas, como San Ignacio, no un fracaso, sino el comienzo de un cambio de vida.







Acompañamos con la canción "La herida"
(Letra: José María Olaizola / Música: Cristóbal Fones)