Ya hemos escrito muchas veces sobre la importancia del silencio en la oración.

Pero seguiremos insistiendo, porque es una facultad que el hombre moderno parece estar perdiendo por desuso. El silencio de la oración personal es un silencio habitado, que hay que descubrir poco a poco. Para ello necesitamos que nos ayude alguien con una sensibilidad especial, y que la sabe transmitir por escrito, como es Benjamín González Buelta (sí, con "B"), jesuita español que se ha consagrado a los desheredados de República Dominicana. Su experiencia con los últimos es más que iluminadora. Os traigo hoy sólo un fragmento que describe muy bien cómo es ese "silencio habitado" al que me refiero siempre:
http://ahoraqueessilencio.blogspot.com/2011/09/el-silencio-segun-benjamin-gonzalez.html