El próximo martes, día 31 de julio, se celebra la festividad de San Ignacio de Loyola. Ese día del año 1556 moría en Roma tras una vida llena de acontecimientos, viajes, amigos y también algún que otro tropiezo en su camino. Una vida que fue sobre todo búsqueda continua de la voluntad de Dios desde que una bala de cañón le dejara postrado en cama en su Loyola natal. Una experiencia que fue abriéndole los ojos a una nueva manera de entender su vida, su relación con el mundo y sobre todo su relación con Dios.

No vamos a contar en este blog su vida ni su transformación interna a lo largo de muchos años, ya que hay otros que lo han hecho muy bien, incluido el propio Ignacio que tras mucha insistencia por parte de sus compañeros decidió contar su vida a su secretario. Pero sí queremos aprovechar esta ocasión para reflexionar sobre nuestra vida de oración a la luz de la de Ignacio. Por eso a la luz de su vida, te proponemos que dediques un tiempo de oración a reflexionar sobre:
  • ¿Qué medios pongo para poder escuchar a Dios?. San Ignacio ponía todos los medios a su alcance cuando buscaba a Dios en su oración. Cuando sentía que no alcanzaba aquello que buscaba, redoblaba su esfuerzo, su tiempo de oración, ayunos, penitencias, retiro, charlas con sus confesores... Probablemente no todas estas cosas nos vayan a ayudar a cada uno de nosotros, pero sí puedes preguntarte qué es lo que a ti más te ayuda y qué pones de tu parte cuando buscas encontrarte con Dios.
  • ¿Qué estoy dispuesto a dejar que cambie en mi vida?. Cuando Ignacio veía claro dónde estaba la voluntad de Dios en su vida, no había nada que le detuviera. Ni tener que salir de su casa, abandonar su familia, recorrer media Europa para estudiar teología, enfrentarse con obispos y la Inquisición para poder difundir sus Ejercicios Espirituales, vivir con los más pobres, vivir de limosna... Hacía de Dios su absoluto, y todo lo demás sólo era importante si le acercaba más a Dios. Quizá yo puedo preguntarme qué irrenunciables hay en mi vida. Qué cosas estoy dispuesto a que Dios ponga en entredicho o cuestione, y en cuáles todavía no le dejo entrar.
  • ¿Desde dónde busco cambiar mi vida?. El ímpetu de Ignacio, sobre todo al principio de su conversión, le llevaba a fiarlo todo a su esfuerzo personal. Su fuerza de voluntad era su apoyo y su seguridad. Poco a poco fue aprendiendo que la capacidad para convertirse era pura gracia, y no fruto de sus esfuerzos.Por ello también yo puedo preguntarme si tengo el corazón abierto a que sea Dios el que me transforme. Si tengo la paciencia para saber amoldarme a sus tiempos y a su manera de actuar en mí.
Puedes terminar tu oración rezando:

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad, 
mi memoria, mi entendimiento 
y toda mi voluntad, 
todo mi haber y mi poseer; 
Vos me lo distes; 
a Vos, Señor, lo torno; 
todo es vuestro, 
disponed a toda vuestra voluntad; 
dadme vuestro amor y gracia, 
que ésta me basta. 


Posted by RA