Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre renace la alegría.”
Con estas palabras se dirige el Papa Francisco a nosotros, cristianos, para invitarnos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría. ¡Qué enorme reto! Sobre todo porque como escribe el Papa en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium vivimos en un mundo con una múltiple y abrumadora oferta de consumo, que promueve una tristeza individualista, una vida interior que termina en los propios intereses donde no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Muchas veces caemos en este riesgo y nos convertimos en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ni el deseo de Dios para nosotros: la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.
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